
"P.C- Antes de entrar en detalles podríamos abordar el acontecimiento clave de su vida, o sea, el que después de unos veinticinco años de pintura aproximadamente, usted la abandona bruscame

M.D- Fue motivada por varias causas, en primer lugar, el roce diario con los artistas, el hecho de vivir con artistas, hablar con artistas me disgustaba profundamente. En 1912 sucedió un incidente que "me alteró la sangre" si me permite la expresión. Eso ocurrió cuando llevé mi Nu descendat un escalier a los Independants y se me pidió que lo retirara antes de la inauguración. En el grupo de personas más avanzadas de la época, algunas de ellas tenían unos extraordinarios escrúpulos y mostraban una especie terror. Personas como Gleizes, que sin embargo eran extremadamente inteligentes, encontraron que el Nu no estaba en absoluto en la línea que ellos habían trazado. Hacía dos o tres años que imperaba el cubismo y ellos tenían una línea de conducta extremadamente precisa, recta, que preveía todo lo que sucedería. Yo encontré todo eso insensato e ingenuo. Entonces eso me enfrió de tal modo que, como reacción ante semejante comportamiento proveniente de unos artistas a los que creía libres, tomé un empleo. Me convertí en bibliotecario en Sainte-Geneviève.
Hice ese gesto para desembarazarme de un cierto medio, de una cierta actitud, para tener tranquila la conciencia pero también para poder ganarme la vida. Tenía 25 años, me habían dicho que era preciso ganarse la vida y yo me lo creí. Después llegó la guerra, que lo convulsionó todo y me fui a los Estados Unidos.
Estube ocho años trabajando en Le Grand Verre , mientras, hacía otras cosas, pero ya había abandonado la tela y el bastidor. Tenía ya una especie de asco tanto por uno como por otro, no porque hubiera pintado demasiadas telas sobre bastidores, sino porque era, en mi opinión, necesariamente un medio para expresarme. El Verre me salvó debido asu transparencia.
Cuando se pinta un cuadro, incluso si es abstracto, hay siempre una especie de obligado relleno. Yo me preguntaba cual era la causa. Siempre me he preguntado muchos "porque" y de la pregunta ha suirgido la duda, la duda de todo. Llegué a dudar hasta tal extremo, que en 1923, me dije "Bueno, la cosa marcha". No lo abandoné todo en un momento, al contrario. Regresé a Francia dejando inacabado Le Grand Verre. Cuando regreséa Norteamérica habían ocurrido muchas cosas. Me casé, creo que en 1927; la vida pudo más que yo. Había trabajado ocho años en ese cosa que era intencionada, voluntariamente establecida, con planos exactos; pero a pesar de ello, no quería, y tal vez esa es la razón por la que trabajé en ella tanto tiempo, que esa obra fuera la expresión de una especie de vida interna. desgraciadamente, con el tiempo, perdí todo tipo de ardor en la ejecución; la cosa ya no me interesaba ni me concernía en absoluto. Entonces me cansé y lo dejé, pero sin ninguna dificultad; sin una decisión brusca, ni siquiera pensé en ello."

"Conversaciones con Marcel Duchamp" Por Pierre Cabanne.
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